lunes, 22 de septiembre de 2008

La delgada línea de los Derechos Humanos



Análisis Internacional

En la Segunda Guerra Mundial, después de la caída del Eje, Winston Churchill y Franklin. D. Roosevelt sellaban el pacto de atacar la parte más vulnerable del poder soviético: su sistema de representatividad y expresión. ¿Herramienta? Los Derechos Humanos.

Siendo que Occidente representaba un poder colonial, había que abordar el tema gradualmente, para no convertirlo en boomerang.

Es la primera gran indicación del rol instrumental de los DD.HH. en la negociación política.

La segunda indicación, es el surgimiento de dos organismos no gubernamentales que velan por los DD.HH.: Amnesty Internacional (1961, Londres), y Human Rights Watch (1978, Washington DC).

Ambos nacen con el foco de desnudar el régimen soviético al comienzo de la distensión.

No estaban orientados a combatir el colonialismo y sus violaciones a los derechos humanos.


Juan Francisco Coloane


La expulsión de Venezuela de un alto funcionario de Human Rights Watch (ONG defensora de los DD.HH. con sede en Washington DC), refleja la historia de estos organismos, y problemas centrales no resueltos.

En la efervescencia del antagonismo contra Hugo Chávez en una parte de la región, se extravió la hebra del tema más profundo.

José Miguel Vivanco, un antiguo funcionario de nacionalidad chilena, fue obligado a abandonar ese país conjuntamente con el Sub Director de esta Agencia, debido a tareas efectuadas (en Venezuela ) consideradas por el gobierno como actividad política.

Así como el gobierno venezolano puede haber sobredimensionado sus actuaciones, los funcionarios expulsados conocen cuáles son los límites de los organismos internacionales en los países, y dónde comienzan los llamados principios de jurisdicción local y soberanía.

DD.HH.: ¿Doctrina y/o herramienta política?

Dentro de pocos días se cumplen 10 años del arresto de Augusto Pinochet en Londres, y tanto aquel arresto, como esta expulsión, exponen la delgada línea que separa la doctrina de los DD.HH. con el ejercicio de la política. El tipo de línea divisoria se reveló con claridad en el arresto de Pinochet, cuando Chile decidió hacer respetar cierta “soberanía jurídica” y rescatar al ex General. En dos casos diferentes el tema central es el mismo: ¿bajo qué plataforma jurídica aceptada internacionalmente, se aplica la doctrina de los derechos humanos? ¿Cuál es la soberanía jurídica, y en qué situaciones un organismo externo la puede estar violando?

El arresto de Pinochet fue útil para ver las diferentes posiciones en aplicar la doctrina de los DD.HH. Estados Unidos apoyó al Gobierno chileno en su reclamo de soberanía jurídica. La comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, apoyó esta misma posición.

Desde el término de la Segunda Guerra Mundial y con el despegue de la Guerra Fría, hacer respetar los DD.HH. es un ejercicio que se ha desarrollado sobre el filo más político de las actividades de los Estados y a la sociedad civil, en una función que compromete esa delgada línea divisoria. Sin embargo, ese es el problema de la carta fundamental de Naciones Unidas, y del incipiente derecho internacional que no ha podido dilucidarse.

El organismo multilateral enfrenta siempre dificultades para intervenir en los países en los casos de violaciones a los Derechos Humanos por consideraciones políticas. Los instrumentos languidecen en las negociaciones. Como ejemplo, la ratificación pendiente de la Convención de Roma de 1998 que EE.UU. se niega a firmar, promoviendo también el que otros países se alineen con su postura. El problema surge con la emergencia misma de la doctrina.

Desde su formación, los organismos no estaban orientados a combatir el colonialismo y sus violaciones a los derechos humanos. Sus trayectorias son inconsistentes. Ambas combaten a Fidel Castro y ponderan la presión con el ex dictador Suharto en Indoenesia, así como con las dictaduras en América Latina.

En Mozambique y Angola durante sus guerras civiles no hubo monitoreo, alineándose con un sector de la Guerra Fría. Hoy está la renuencia a indagar en los recintos de detención de la CIA.

Contribuyen con las oposiciones a los gobiernos autoritarios que no se alinean con la Alianza Occidental en China, Myanmar, Irán, Siria, Rusia y Uzbekistán.

La complacencia con Marruecos y sus abusos con los miembros de la República del Sahara español es antigua, y la pasividad con Colombia en la entrega de armas a los paramilitares y la impunidad con los crímenes ha sido denunciada.

En cada agencia internacional, (no es ninguna novedad para los que han trabajado en estos organismos), la opinión del Departamento de Estado pesa. Esto no sale al público, mientras se divulga la visión de la histeria antiimperialista inventando infiltraciones.

La ofensiva de la presente administración de la Casa Blanca contra de cualquier iniciativa de autonomía en la región, llámese el ALBA, anillos energéticos regionales, o alianzas fuera del hemisferio occidental, contempla usar las agencias donde EE.UU. puede usar su presión.

Human Rights Watch no podía haber elegido la oportunidad política más fértil en la región, para reclamar por los DD.HH. en Venezuela. Las tensiones en el sistema de relaciones, la elección presidencial en EE.UU., y con Bolivia apenas conteniendo una crisis sostenida, forman un cuadro donde las declaraciones de Human Rights Watch tienen el efecto multiplicador deseado.

No responden al trabajo rutinario y sólo se sostienen dos alternativas: o es una bien urdida estrategia, o el cálculo sobre la reacción del gobierno falló groseramente.

Desde esta perspectiva, el trabajo de Human Rights Watch por los DD.HH. está lejos de constituir el santo sepulcro del apoliticismo y con la acción está comprometiendo la credibilidad de estos organismos y la posibilidad de consolidar instrumentos de derecho internacional todavía en estado primario.

LEA EL TEXTO COMPLETO EN www.elmostrador.cl

viernes, 5 de septiembre de 2008

Gana el gobierno, sonríe el patrón


Chile 2008


De nuevo Martínez en la CUT : gana el gobierno, sonríe el patrón.

1. Paladeando los milagros culinarios prohibidos para los chilenos de a pie, el Presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Sonami, y todavía líder de la Confederación de la Producción y el Comercio (gremio patronal del país), Alfredo Ovalle, en la cena anual de los rostros del capital minero, hizo, como es su costumbre, claras indicaciones a la Presidenta Michelle Bachelet, invitada a la comida. Con un ingenio sin antifaces, le propuso a la mandataria que parte de los impuestos del royalty a la explotación principalmente cuprífera sean usados en pasivos ambientales, lo que serviría para que Chile presente credenciales de “excelencia y responsabilidad” en el manejo ambiental.
Sin tapujos, Ovalle, a costa de las arcas fiscales (y por extensión, de eventuales recursos destinados a programas sociales), pretende que el Fisco ofrezca mayor competitividad y “mejor ver” a los inversionistas y las instituciones financieras internacionales. Sólo la minera La Escondida , rentó en utilidades limpias el primer semestre de 2008, más de 2 billones de pesos (4 mil millones de dólares). Pero para el capital no es suficiente. Exige que los paliativos contra los efectos negativos de alto impacto ambiental devenido de la explotación minera sean ahora subsidiados por el Estado. Nuevamente se privatizan los beneficios, y se socializan los desperdicios.
Pero el Presidente de los patrones en Chile no terminó allí. Durante la cena anual de la Sonami , acusó que la nueva ley de salario base (que lo iguala al salario mínimo, es decir, a la miseria de $ 159 mil pesos (300 dólares) “eleva sustantivamente los costos para las empresas, afecta el empleo y puede implicar un serio deterioro de las relaciones laborales”. El sentido de la ley, que ya está siendo readeacuada contra los trabajadores, guarda relación sobre todo con la amplia área laboral (fuerzas de venta) que construye su salario fundamentalmente a través de la parte variable de la remuneración (un 70 % de los asalariados chilenos vende algo para vivir, y por tanto, el comisionismo, es régimen general de composición salarial). Ya la ley ha sufrido enmiendas que desnaturalizan su espíritu original, y, por lo demás, la patronal, al verse obligada a garantizar un salario base superior al existente (que puede ser hasta de $ 15 mil pesos (30 dólares) en muchos casos), simplemente ajustará el precio de las captaciones a la baja con el fin de no dañar sus tasas de ganancia. En los hechos, al menos en el área financiera, la contracción crediticia impuesta por el Banco Central para demoler inflación, ha elevado las condiciones para obtener un crédito, por un lado, y limitado sus montos, por otro.. Ello también está asociado a los resguardos bancarios ante el riesgo de la morosidad y el no pago, en un marco mundial de recesión y desaceleración económica.
Los patrones en lo suyo, y el gobierno toma nota.

2. A través de un procedimiento electoral largamente cuestionado por fundarse en la votación indirecta (y mayoritariamente, inconsulta respecto de sus bases sindicales), alrededor de 8 mil delegados, teóricamente “representantes” de alrededor de 500 mil trabajadores (un 8 % de la fuerza laboral chilena) votaron prácticamente, la misma directiva de la Central Unitaria de Trabajadores que ya existía. De este modo, nuevamente el Presidente de la multisindical, por tercera vez, será el militante concertacionista del Partido Socialista de la línea de Escalona (el mismo que impuso al jefe de la inteligencia de la Concertación durante los primeros años de gobiernos civiles, Marcelo Schilling, en el cargo parlamentario dejado por el extinto diputado Juan Bustos), Arturo Martínez.
La “victoria” de la máquina electoral de Martínez (que, entre otras cosas, pagó cuotas a sindicatos proclives a su candidatura), tranquiliza transitoriamente al gobierno y a la propia patronal. Más allá de las innumerables críticas a la conducción de Arturo Martínez, ligadas a su papel apéndice del gobierno de turno y contenedor del sindicalismo independiente y de lucha, los resultados electorales implican, por sí solos, un dinamizador para la organización de los sectores sindicales más críticos de la dirección de la CUT por su colaboración progubernamental (parte relativamente significativa de la gobernabilidad necesaria para la reproducción del actual patrón de acumulación capitalista), y la urgencia de construir una fuerza de los asalariados profundamente democrática y que cautele con celo granítico los intereses genuinos de los trabajadores.
Irónicamente, la lista que encabezó Arturo Martínez se llamaba “Autonomía Sindical. Una CUT para todos los trabajadores”. Aquí, naturalmente, el eslogan funciona como fórmula que revela su reverso, toda vez que la autonomía no tiene nada que ver con una política y estilo de conducción de la Central en manos de Martínez, fuertemente financiada por el gobierno y la socialdemocracia alemana (y no por los trabajadores), y presa del burocratismo y subordinación partidista más franco y desenfadado.. Como botón de muestra, sólo cabe recordar la imposición por arriba no consultada a nadie del sueldo mínimo, refrendada, entre gallos y medianoche, por Arturo Martínez.
La reedición –envejecida y mañosa- de la misma dirección de la CUT hasta el 2012, resta esperanzas populares respecto de avances relevantes a través de la institución CUT.
La refundación urgente del sindicalismo inspirado por los principios y prácticas de Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest será fruto de la reunión, por dentro y por fuera de la Central , de las iniciativas sindicales potencialmente constelables que se sostengan sobre liderazgos insobornables, la independencia política de los intereses de los trabajadores, y el anticapitalismo en su versión amplia e inclusiva. Las máquinas del sindicalismo funcional y domesticado se superan a través de la fuerza unitaria, audaz, flexible, actualizada, inteligente y de lucha.

3. En el cuerpo de Economía y Negocios de El Mercurio del viernes 11 de abril de 2008, el Presidente de los grandes empresarios y ramas económicas gremializadas en la patronal Confederación de la Producción y el Comercio, Alfredo Ovalle, afirmó lo siguiente: -¿Fue visto en la CPC un apoyo a la reelección de Arturo Martínez en la CUT ?"No, nunca ha existido un apoyo y no me corresponde. Lo que sí he logrado es crear una confianza con el presidente de la CUT , de manera que creemos que en el resto de su mandato podríamos llegar a acuerdos que van a beneficiar especialmente a los trabajadores y, por supuesto, a los empresarios, en el sentido de que exista mucha mayor paz social, que evitemos todo acto de violencia y que podamos llegar a acuerdos en materia de negociación colectiva, seguros de cesantía y de capacitación especialmente". Independientemente de que, en concreto, no se arribara a ningún acuerdo relativamente positivo para los asalariados, lo cierto es que resulta de temer cuando el capitán de los patrones confía en el representante de los trabajadores. Los resultados están a la vista.

Andrés Figueroa Cornejo
Septiembre de 2008