por Ricardo Candia
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A la Ministra Tohá debiera caérsele la cara de vergüenza y renunciar de inmediato a seguir remedando a sus antecesores de la dictadura. A menos que le guste su papel. Los mismos argumentos que usa para impedir la entrada de españoles, usaron los ministros del tirano para evitar la solidaridad de extranjeros con la causa democrática de los chilenos.
Tohá debiera mostrar las pruebas que ligan a los españoles que no deja entrar al país, con las acciones reñidas con la ley que argumenta. Eso de que son razones de seguridad justificaron, no hace mucho, la tortura, la prisión y el asesinato de chilenos. Da la impresión que poder es uno solo y da vuelta en círculos. Y los que lo aplican, son como gemelos.
A la ministra Tohá le interesa que los que lleguen a este país sólo vengan a turistear. Se olvida o no sabe que las personas tienen pleno derecho a venir a este país y solidarizar con los que creen sus amigos y compañeros. Para ella, sólo se justifica entrar a este país si se viene a gastar una buena cantidad de dólares o euros en playas y casinos. No cree justo que un pueblo que ha luchado durante siglos por sus derechos tenga en el mundo amigos que solidarizan con su causa justa.
Es de esperar que en los países del mundo, en los cuales viven miles de chilenos que con visas de turistas y sin ellas, trabajan ilegalmente para sostener a sus familias y construir alguna esperanza en el futuro, no emulen tan poco democrática medida.
La disposición de impedir el ingreso de extranjeros porque se relacionan con el pueblo mapuche, es simplemente fascista. Incapaz de demostrar en qué fundamenta su decisión, debiera reconocer que es solamente una arista más del racismo que les corroe. Su desprecio por todo lo que huela a indio.
De tanto usar el poder, los compañeros de la Concertación de están poniendo fachos. Se les hizo mierda la memoria, se les anquilosó el puño en alto, el que aceitan sólo para las parafernalias en que La Marsellesa se canta a todo pulmón y con los ojos brillosos. Se contagiaron en los recovecos tibios del poder, con todo aquello que alguna vez dijeron aborrecer.
Al pueblo mapuche le han mandado tropas y balas con su reguero de represión y muerte. Y en cada una de estas oportunidades, los compañeros ministros no han dudado en acusar a las víctimas de ser los malos de la película. Como en los mejores tiempos, no han dudado en usar la legislación que gustosos heredaron de la dictadura. No conforme con esto, actualizan cuando no más pueden esas normas represivas de modo que cada vez sea más eficaz el control sobre la población y sea castigado el que tienda salirse de la fila a o aparecer despeinado en la foto.
La ministra Tohá fue elegida diputada y rebotó, mediante ese esquisto gusto por lo reciclado, en un ministerio. En algún rincón del país, habrá gente que la votó para la Cámara y ahora la ve en La Moneda. Pero le da lo mismo. Si esos ciudadanos, inocentes y angelicales, quisieran reclamar su justo derecho a una explicación, lo más probable es que terminen apaleados y en la Tercera Comisaría.
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