martes, 28 de septiembre de 2010

ESTAMOS PA LA CORNETA CON EL DESARROLLO


"Estamos pa’ la corneta…"
Escribe Luis CASADO – 26/09/2010

La firme. Si hay que ir a buscar algunos bacalaos a los EEUU para que aplaudan a Piñera y a Felipe Larraín, estamos pa’ la corneta. ¡Y qué bacalaos! El “premio Nobel de economía” Robert Merton, por ejemplo. ¿Vale la pena explicar una vez más que el premio Nobel de economía no existe? En todo caso este patriota es más conocido, ¡qué digo, célebre!, por la estafa del Long Term Capital Management (LTCM), un *hedge fund* para ricos en el que gracias a los calculitos de Robert Merton y su colega Myron Scholes solo se podía ganar. Algo parecido a lo que contaba Bernard Madoff. La reputación académica de Scholes y Merton (?) permitió convencer a los más reticentes y pronto LTCM tuvo colocaciones por un monto inimaginable: más de 1,2 billones de dólares, el equivalente del PIB de Francia. Pero… en pocos meses LTCM perdió tanto dinero que su quiebra eventual puso en peligro el sistema bancario internacional. La presente crisis tuvo un precedente. Ahora el tal Merton, invitado por Felipe Larraín, viene a Chile a declarar que en el año 2018 seremos “desarrollados”. Otra estafa.
En el lote invitado por Larraín también estaba Jeffrey Sachs, “experto” que le debe una merecida celebridad a sus sabios consejos económicos. Entre otros la “terapia de choc” que le aconsejó a Bolivia (1985), a Polonia (1989) y a Rusia (1991), y que tuvo consecuencias desastrosas. Rusia vio bajar su PIB en más de un 40% y la espantosa miseria que afectó a la inmensa mayoría del pueblo ruso explica la vuelta de manivela que vimos después con la llegada de Putin. Para no hablar de las decenas de miles de millones de dólares desaparecidas en manos de la mafia rusa, detallito que cuenta Joseph Stiglitz que en esa época estaba en el Banco Mundial. Jeffrey Sachs se permitió declarar que “Chile será uno de los países que va a entregar la
forma de cómo poder terminar con la extrema pobreza…”. ¿Cómo hizo el mismo en Rusia?
Para completar el cuadro hay que mencionar la presencia de Laurence Kotlikoff, un economista que le cuenta a quién quiere oírlo que los EEUU ya quebraron p’al carajo. Pasa que Kotlikoff es así de cándido e ingenuo. De otro modo no se explica que, hablando de Chile, haya afirmado “que está “gratamente sorprendido” de la sana convivencia que existe entre todos los sectores políticos del país”. ¿El conflicto mapuche? Don’t know. Kotlikoff solo vio a los sectores políticos invitados por Felipe Larraín, y ahí no queda sino darle la razón visto que uno mismo lo dice: este país está cogobernado por la Alianza y la Concertación. Si quieres saber a qué dedica Laurence Kotlikoff lo más claro de su tiempo, te lo cuento: a los modelos y a las simulaciones. Cuidado, dije a “los” modelos, no a “las” modelos. Entre sus múltiples estudios de temas que importan está uno dedicado a saber si, a lo largo de su vida, los ricos gastan una parte mayor de sus recursos que
los pobres. En serio. Ya ves que este tipo es cándido. En cuanto a saber si sus declaraciones en tierra chilena son otra simulación…
Si alguien dudaba aun de la realidad de una sociedad chilena dividida entre los herederos asumidos del legado de la dictadura y el pueblo de Chile que sufre las consecuencias, Kotlikoff lo deja clarito: “En mi visita a Chile he visto un elemento muy particular, que entrega las bases para el desarrollo, que es la posibilidad de tener a los distintos partidos trabajando en conjunto, respetando obviamente las diferencias de opiniones.
Esto es una señal muy positiva, un gran indicador de desarrollo de la economía y de la sociedad”.
La costra transversal que mangonea el país puede respirar satisfecha. Gobernar para una ínfima minoría, imponer una de las más injustas distribuciones de la riqueza del mundo, consolidar una institucionalidad ilegítima y un modelo económico depredador de la naturaleza y del ser humano, concentrar los beneficios de un lado y la pobreza y el endeudamiento del otro, haber eliminado sistemáticamente la protección de los trabajadores que hacen la riqueza de los dueños de este “Club privado” que llaman Chile (David Rothkopf), transformarlo todo, la salud, la educación, la previsión, el mar, e incluso el aire, (sí, sí, el aire) en objeto de lucro, todo eso “es una señal muy positiva, un gran indicador de desarrollo de la economía y de la sociedad”.
Lo dicho: Estamos pa’ la corneta.

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