Otro mundo es posible, pero es necesario construirlo y la guerra puede evitarnos la felicidad de hacerlo
Igual que como pasa en occidente con respecto a los pueblos árabes, los cuales son equiparados a terroristas, similar percepción se tiene cuando se habla de la “primavera árabe”. Se cree que todas sus revoluciones son nacidas del clamor popular. Sin embargo, como suelo recalcar, no hay que ver las cosas en blanco y negro, ni mucho menos. Algunos movimientos de éstos por supuesto que sí como es el caso de Túnez y el de Egipto ayer y hoy; otros, sin embargo, son fraguados, armados y guiados por potencias imperialistas, tal fue el caso de la destrozada Libia y, el de Siria hoy. Y, como lo está siendo ya planificado el que están levantando contra Irán. Empero, hay que tener en cuenta algunos aspectos para no confundirse y pasar tabla rasa sobre todos.
Por ejemplo, los que se han levantado por contradicciones internas contra sus gobiernos no tienen el favor de la plana mediática imperial, las cuales tampoco hablan de “miles de muertos”. Si bien, no queda a éstas más que transmitir las multitudinarias manifestaciones, tienen que emitir, obligadamente, la represión de las fuerzas de seguridad, entre policía y ejército, contra los manifestantes que en esa realidad si están desarmados.
Por otro lado, a pesar de esas represiones los organismos supranacionales no se apresuran a condenar al gobierno contra los cuales se levantan dichas rebeliones. Hay un mutis sospechoso. Mientras tanto, en relación a gobiernos que no han sido genuflexos a Washington, misteriosamente, el germen de la rebelión se genera oficiosamente en zonas fronterizas con otros países. Así lo fue con Libia cuya oposición asentó su baluarte en Bengazi, ciudad fronteriza con Egipto y lo es hoy con Siria, con su ciudad rebelde Homs, fronteriza con Turquía. A través de dichas fronteras las potencias y sus secuaces han socorrido a los “rebeldes” con armas sofisticadas y modernas. Asimismo, han creado una “cabeza de playa” donde han formado los famosos gobiernos de transición a cuyos miembros se les facilitan todos los recursos para que puedan viajar y presentarse en foros públicos y ante los gobiernos de las naciones interesadas cuyos líderes los “reconocen” sin tanto preámbulo. Así lo hicieron con el CNT libio, así lo están haciendo con el Consejo Transitorio sirio.
Por otro lado, esos “rebeldes”, quienes están fuertemente armados y por lo mismo, en capacidad de enfrentarse de igual a igual con las fuerzas gubernamentales, son mostrados al mundo por raras, emergentes y hasta hace poco desconocidas, organizaciones de Derechos Humanos cuyas sedes se ubican fuera del país desestabilizado, casualmente en países que los apoyan como Londres o en Turquía, como “manifestantes pacíficos y desarmados”, cuyas expresiones, a pesar de no tener una cobertura plena por parte de la plana mediática imperial, sino a través de imágenes de teléfonos móviles lo que no permite corroborar la fuente ni mucho menos su veracidad, en los informes de las agencias noticiosas son tomadas como genuinas lo que hace dudar de la responsabilidad y el profesionalismo de éstas. No es sino cuando agencias independientes de noticias que pueden llegar a los lugares y corroborar las notas es que las grandes lo hacen también, desdiciendo sus informes iniciales. No obstante, el daño está hecho. Han sumado masa crítica a sus mentiras e inclinado a la opinión pública mundial para que avale un ataque extranjero que termine con los “excesos de la tiranía”. Así sucedió con Libia, así está sucediendo con Siria.
Asimismo, en apoyo a esos oscuros movimientos, los órganos supranacionales se mueven con una celeridad inexplicable lo que los lleva a condenar apresuradamente, en un refrito que se cocina por las potencias en los foros internacionales, a los gobiernos legítimos a quienes quieren derrocar, abriéndose con ello la puerta a las presuntas agresiones extranjeras que en vez de contener el drama de los pueblos afectados directamente, lleva a su destrucción, el desmembramiento de sus territorios y la conquista de sus recursos naturales y energéticos por parte de las potencias capitalistas y de otros países del área que participan en la carnicería y el pillaje para agenciarse algunas migas del botín, como lo fue en su momento, con respecto a Libia, Qatar y Kuwait. Hoy en Siria, Turquía, como su vecino, cuyo premier, Tayyip Erdogan, pide cuentas a Bashar Al Assad cuando su gobierno hace lo suyo contra el Partido de los Trabajadores del PKK en el área kurda, sin reprimenda alguna por parte de la ONU ni el Consejo de Seguridad. Y, por su lado, los facinerosos de la Liga Árabe cuyo cascarón solo sirve a los intereses de occidente en contra de los pueblos del área, a la cabeza de la cual Arabia Saudita, una de las monarquías más represoras, atrasadas en el cumplimiento de los Derechos Humanos y más derrochadoras y nefastas de la región, negadora de toda enseñanza coránica, es la que sirve de caballo de Troya para sus semejantes.
Afortunadamente para Siria hoy y para Irán mañana, el libreto libio ya no funcionó de la misma manera. Rusia y China, no por razones humanistas sino por cuestiones de seguridad nacional y regional para cada una de ellas, se oponen frontalmente a dichas iniciativas imperiales. No obstante, es cuestión de tiempo para que las potencias occidentales encuentren el pretexto ideal para atacar a dichas naciones militarmente, no para defender a sus poblaciones de sus gobiernos como lo propalan a los cuatro vientos, sino por la desesperación que les ha ocasionado la crisis económica que pasa por lo energético y que no han podido neutralizar aún. Por tanto, urgen de recursos frescos e inmediatos, así como ubicar sus fuerzas militares en zonas estratégicas que les permitan acceder en el futuro a otras fuentes energéticas. Y, cuando hablo de ese futuro, estoy pensando en los territorios de Rusia y, especialmente, China continental no solo por su vastedad y riqueza sino por ser, según la tendencia de su producción, a ocupar el puesto que hasta hoy ha ostentado Estados Unidos. Y, por supuesto, Latinoamérica, cuyos recursos están más a la mano de la cabeza del Imperio sino también, por ser una zona donde se ha levantado un movimiento que ya no está dispuesto a volver a ser controlado por la Casa Blanca.
Por tanto, ante tan abrumadoras expectativas, es urgente y necesario que los países que desean la paz regional y mundial para poder producir, comerciar y vivir en tranquilidad, se unan para hacer un frente común contra las intenciones imperialistas de los yanquis y sus secuaces europeos, cuyo negocio más lucrativo hoy en día es la piratería con su consiguiente cuota guerrera.
Las señales de que el viejo continente está avanzando rápidamente hacia el fascismo de nuevo, son muy claras. La entrega de Grecia e Italia a gobiernos tecnócratas que escuchan solamente a la oligarquía mundial y sus banqueros y que tienen la orden de hacer que el déficit provocados por ellos mismos, lo paguen sus pueblos, es un signo diáfano de que la democracia ha sido borrada de un plumazo de dichos escenarios pues los gobiernos impuestos no fueron electos popularmente. En España, el Partido Popular heredero del franquismo acaba de ganar las elecciones lo cual prevé un recrudecimiento de la represión y la proscripción contra los movimientos libertarios que de allí emanaron como el del 15M de los indignados. En Francia es muy probable que Marie Le Pen, representante de la extrema derecha, gane el gobierno en el país galo, con sus consabidas políticas xenófobas y antiemigrantes; mientras los tories en Inglaterra, se ubiquen en la conducción de su gobierno imprimiéndole un cariz más colonialista aún al otrora imperio cuyas ínfulas no ha perdido, lo que degeneraría en una apoyo incondicional a las correrías imperiales futuras.
Importante es recordar que las dos guerras mundiales anteriores se gestaron a raíz de crisis económicas y los tufos imperialistas de las naciones de aquellas épocas y que, en el entramado mundial, no han variado mucho. Peligroso entonces que de nuevo las cosas se diriman bajo similares circunstancias donde las armas actuales son miles de veces más letales que sus antecesoras. El mundo sería acarreado a una hecatombe de magnitudes impredecibles de difícil recuperación.
La izquierda, que ha permanecido invisibilizada, fracturada y atrasada en su propuesta y aporte teórico debe salir del claustro donde ha sido relegada por los acontecimientos y recuperar ese papel heroico que a raíz de los aportes científicos del marxismo tuvo. Este mundo necesita de sus pensadores y poetas para salir de su crisis, no solo económica y energética, sino humanística para poder sobrevivir y dejar atrás el oscurantismo, al que la caducidad del capitalismo, nos ha llevado. Otro mundo es posible pero es urgente construirlo en nuestra cotidianidad cada uno de sus habitantes con miras a una relación igualitaria y de respeto mutuo. De lo contrario, la barbarie prevalecerá, incluso, la extinción.
cmaldonado@infom.org.gt
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